sábado, 5 de julio de 2008

Introducción y capítulo 1.

HISTORIA DE UN ACTOR PORNO





Por Daniel González Viñas.

Introducción:

Querido lector, querida lectora:

El libro que tienes en tus manos no es sólo un libro. Es. más que eso, una recopilación, un pequeño cofre repleto de memorias y emociones vividas.

Con éste libro, escrito despacito y con buena letra, no pretendo sino acercarte al mundo de la pornografía, para que hagas desaparecer los prejuicios y saques tu vieja película , ésa que una vez te regalaron en tu cumpleaños, que nunca llegaste a ver. Ésa en cuya portada aparece una cruz roja bajo las letras: No recomendada para menores de 18 años.

Pretendo, pues, hacerte ver, que la pornografía es como un enorme algodón de azúcar, que al ser comprado todos quieren darle un bocado.

Ésta es una historia completamente personal, de cómo empecé a interesarme por la pornografía con sólo nueve años, y de cómo poco a poco, conseguí el éxito de ser actor porno español con una baldosa estrellada en Hollywood. Tal vez no sea la más grande, tal vez no sea la más limpia ni explendorosa, pero te diré una cosa, querido lector, querida lectora: He luchado toda mi vida por ella.

Capítulo 1: Bañado en barro

Martes por la tarde. Tres y media marca el viejo reloj de papá. Las cigarras cantan asfixiadas por el calor. Afuera todo está desierto. El Sol veraniego es destellante y quema el suelo y el aire como si quisiera hacerlo presente de su titánica presencia.

El astro rey, centro de nuestro sistema solar, mito del Universo, parece estar muy enfadado hoy. Tanto que, la señora Julia parece haberse dejado ganar y no salir a hacer la colada esta tarde.

Paco, el de la tienda, ha decidido cerrar para ir a su casa con aire acondicionado. Mientras, en casa todo es aburrido. Miro con pasividad el techo. Una araña cuelga de él y se revuelve compulsivamente. Papá duerme la siesta, y la señora Carla no ha venido hoy por la increíble ola de calor. Me pregunto si vendrá más tarde. La señora Carla es la novia de papá. Mamá murió en un accidente de avión, cuando yo sólo tenía once meses.

En definitiva, estoy tremendamente aburrido. A pesar de que descubrí la masturbación hace a penas un mes, hoy estoy muy acalorado y sudoroso como para poner a funcionar mi pene.

Me dedico a comtemplar cómo la araña va bajando con su tela. Me pregunto si las arañas serán fanáticas del sexo. En ese caso, no me importaría ser una de ellas.

Me levanto de la cama deshecha y miro por la ventana. Espectacular. Nada se mueve allá fuera. De pronto, oigo el ruido de un motor y unas llantas machacando el terregoso suelo gallego. Es el ferrari azul de Carla. Así que ha venido. Qué extraño…

Llama a la puerta. Abro.

-Oh, ¡hola, pequeño! –y seguidamente me estampa un beso en la mejilla– Tu padre duerme, ¿no es así?

-Sí. No hay quien esté despierto en éste día de mierda.

-Oh, no deberías hablar así. Vas a espantar a las niñitas de tu edad- contestó-.

-En fin… ¿Qué son esos papeles que llevas ahí?- pregunté señalando al manojo de folios que sujetaba con su brazo, cerrado contra su torso-.

-Ah, sí. Quería hablarte de esto. Por favor siéntate.

Tomé una silla en la cocina (era la primera sala de nuestra casa, extremadamente pequeña) y me senté apoyando los brazos en la mesa. Ella me imitó. Colocó los papeles en la mesa.

-Esto es el Safari de los Dodós. Hay que rellenarlos para poder ir. Pensaba acudir ésta tarde, ¿te gustaría venir?- concluyó por fin, con una sonrisa misteriosa-.

-Le comentaré algo a papá.

-Oh, seguro que te dejará ir. Es más, el vendrá con nosotros. Rellena estos papeles, por favor. Aquí están… Estos son los tuyos…- dijo mientras rebuscaba y me entregaba unos tres folletos-.

-¿Qué coño…?- un murmullo salía del cuarto en el que dormíamos yo y papá, justo en frente de la cocina. Papá acababa de despertar- Joder, Carla, me alegro de que hayas venido, pero baja la voz.

-Cariño, he venido para llevaros al Safari de los Dodós. No me hagas la puñeta-.

20 minutos más tarde, Carla, papá y yo, estábamos montados en el ferrari azul, camino al Safari de los Dodós, a unos 200 kilómetros al este de Ayariz.

-¡Fóllame, cabrón!- grita papá mientras un coche adelantaba temerariamente al nuestro-.

-¡Rober! No deberías decir eso delante del niño. Así está de maleducado. Debería haber conducido yo.

Mientras tanto, juego con un saltamontes que capturé antes de subir. Me dedico a arrancarle las patas.

Al cabo de un rato, tengo ganas de mear.

-Papá… ¿Puedes parar por ahí? Necesito hacer pis.

-No. Llegamos tarde y queda mucho camino.- contesta él.

Papá tiene mucha mala leche, sobre todo cuando no le dejan dormir su siesta, así que prefiero no seguir preguntando. Pero la orina resultante de las cuatro cervezas que cogí a escondidas de la nevera cada vez tiene más ansias de salir. Me meé encima, literalmente.

A los tres minutos, Carla se pregunta qué coño es eso que huele tan mal. A los 10 minutos, me encuentro cambiándome en un bosquecillo con una muda que llevaba de milagro en el coche de Carla.

Retomamos el camino. Papá está que hecha chispas. Sólo estubo así el día que perdimos la SuperBowl y un palomo le cagó encima.

Y… Despues de haberme quedado dormido, por fin llegamos al puto safari. Veo la cola de gente desde el coche. Miro la hora. 19:02.

Nos bajamos. Papá me advierte que como me porte mal y la cague, me manda con la tía Sedna. La tía Sedna vive en Nueva Jersey, y siempre ha querido tener un hijo. Como le falta una teta, nadie quiere acostarse con ella, y por eso siempre está diciéndole a mi padre que por qué no voy a vivir allí y así aprendo inglés, que me vendrá bien para el futuro. Mi padre, que tiene unos nervios que te cagas, ya no está para aguantar mamonadas, y le creí muy en serio cuando me hizo esta advertencia.

El Safari de los Dodós es una mierda. Sólo hay pajaritos robóticos simulando a los extintos dodós. Yo quería ver leones. O tetas.

De repente, me dan ganas de cagar, así que me escabullo de papá y Carla y voy a un matorral. Hecho un buen zurullo. Cuando termino, me limpio el culo con la Revista Pokémon que regalan con la Nintendo Acción. La mierda se queda pegada a la cara del Profesor Oak.

De repente, siento un pinchazo en el mismísimo culo.

-¡Aaah, coño!

Me asusto y salgo corriendo con la polla al aire. Carla me había hablado de esos violadores de animales, y pensé que se trataba de uno. Pero cuán fue mi sorpresa al girar la cabeza y comprobar que era un dodó. Como giré la cabeza, no vi que unos pasos más adelante había un pequeño barranco, que desembocaba en un enorme charco de barro.

-¡Aaahhh, coooo!

Lo siguiente que recuerdo fue una sensación de asfixia. Salí a flote, de milagro. Un gilipollas gritó diciendo que había un mounstro en el charco.

Estaba cubierto de fango. Me agarré a una de esas plantas acuáticas que se te meten por los huevos cuando vas a buscar cabozos al río. Con la otra mano, me quité la mierda de los ojos.

Espectacular. Medio mundo contemplaba la situación.

Incluso mi profe de equitación, que había venido también a pasar el día.

Una figura se hizo paso de entre la muktitud, arriba del barranco.

-¡Mierda, lo sabía!- gritó. Era papá.

Fue por el borde del charco y me cogío en brazos. Me sacó del barro. Por fin, tenía los pies en tierra firme.

Entonces…

La multitud empezó a cuchichear. Y me di cuenta. Joder, estaba en bolas. Todo el mundo estaba fijándose en mi polla.

Papá estaba rojo de ira, como cuando se la trilló con la cremallera.

Pero hubo un comentario de la multitud que cambió mi vida:

-Yo creo que podría ser actor porno, con ese enorme rabo.

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